Las lluvias son insuficientes en la región núcleo y, por falta de agua, se pierden rindes.
Las lluvias son insuficientes en la región núcleo y, por falta de agua, se pierden rindes.
PANORAMA AGROPECUARIO

Por falta de lluvias, caería la producción

El clima le juega otra vez una mala pasada a la agricultura, con precipitaciones escasas en la zona núcleo.

La falta de agua se extiende en todo el país, pero se ensaña aún más con la zona núcleo, la más productiva del territorio nacional, y anticipa un escenario complejo para la próxima campaña. Al mirar la siembra gruesa, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) estimó de cuánto sería la producción bajo el escenario de déficit hídrico.

La entidad realizó una simulación ajustando los rindes a su promedio de los últimos cinco años, ante un escenario conservador de déficit hídrico, asumiendo que el mismo no se revierta en el corto plazo. “La producción total de granos caería a 128,8 millones de toneladas, lo que implicaría una caída del 2% en comparación con la campaña anterior”.

También se aclaró que este volumen sería el segundo más bajo de los últimos siete años. Sigue en primer lugar la histórica sequía de la campaña 2022/23.

Las estimaciones reflejan que las mayores caídas se registrarían en los cultivos de soja y maíz, cuyas proyecciones de producción caen un 6,6% y 4,4%, respectivamente. “En el caso de la soja, la producción se reduciría a 49,6 millones de toneladas, mientras que el maíz alcanzaría 47,6 millones de toneladas”, informó la entidad.

Campaña en condiciones normales

Sin embargo, la BCR realizó la estimación que tiene validez a nivel internacional, pero que en esta etapa del año se realiza con las condiciones normales de lluvias. Esta proyección arroja una producción de 143,2 millones de toneladas de granos, lo que representaría un incremento del 9,3% respecto a la temporada anterior. “Este crecimiento está impulsado, en gran medida, por la intención de siembra de soja, que cubriría 17,7 millones de hectáreas, un 8% más que el año pasado. Sin embargo, el maíz, que enfrentó desafíos climáticos y fitosanitarios, reduciría su área sembrada en un 21%”, destacó el informe.

“Lo metodológicamente correcto es, a esta altura del año, hacer proyecciones asumiendo condiciones atmosféricas normales, ya que es demasiado temprano para descontar el efecto de un potencial déficit de agua. Sin embargo, a los fines de ofrecer un contexto para el análisis, en el presente artículo realizamos el ejercicio teórico adicional de ajustar a la baja los rindes de cada cultivo hacia su promedio de los últimos cinco años (que incluye desde dramáticas sequías hasta años buenos), en lugar de tomar el rinde tendencial (que es creciente a largo plazo)”, indicó el equipo de la Dirección de Informes y Estudios Económicos de la BCR.

En condiciones climáticas normales, se podría alcanzar los 143,2 millones de toneladas, un 9,3% por encima del año pasado. “En cuanto a la soja, se espera que la superficie sembrada aumente un 8% respecto del año anterior, alcanzando los 17,7 millones de hectáreas. Con este escenario, la producción podría situarse entre 52 y 53 millones de toneladas. Por otro lado, la intención de siembra de maíz muestra una importante retracción, con una caída del 21% en la superficie destinada a este cultivo, que pasaría de 10,1 millones a 8 millones de hectáreas”, señaló la entidad.

Mucho menos maíz

La Bolsa de Cereales de Buenos Aires realizó el lanzamiento de la Campaña Gruesa 2024/25, donde presentó las primeras estimaciones de producción, exportaciones y contribución de las cadenas agrícolas a la economía argentina para el nuevo ciclo productivo. Bajo un pronóstico climático “Niña débil o Neutro”, la amenaza de la chicharrita y una desfavorable relación insumo/producto, se estima una superficie total de 28,25 millones de hectáreas para los principales cultivos de verano. Este escenario favorece un notable incremento en la superficie destinada al cultivo de soja y una fuerte caída en la de maíz, principalmente debido al impacto adverso de la plaga en el norte del área agrícola.

Con este panorama, la entidad expresó que la superficie a ocupar con soja, maíz, girasol y sorgo durante este nuevo ciclo alcanzaría 19 millones de hectáreas, 6,3 millones de hectáreas, 1,9 millones de hectáreas, 1,0 millones de hectáreas, respectivamente, registrando un incremento interanual para soja (9,8%), girasol (5,4%), sorgo (5,3%) y una disminución en maíz (20,3%).

Asimismo, destacó una menor intención por parte de los productores de aplicar un alto nivel tecnológico, con un 95% del área destinada a maíz y soja manteniendo o reduciendo el uso de tecnología. En particular, el insumo que se implementará en menor medida es el fertilizante.

Respecto a las proyecciones de producción, las mismas estarán sujetas a la evolución en las lluvias durante la ventana se siembra y el período de definición de rendimiento en cada una de las zonas productivas. En consecuencia, la estimación de cosecha ascendería a 52 millones de toneladas para soja, a 4 millones de toneladas para el girasol y 3,3 millones de toneladas para sorgo, reflejando aumentos interanuales del 3,0%, 11%, y 10%, respectivamente.  Caso contrario para el maíz, con una proyección de producción de 47 millones de toneladas, lo que implica una merma interanual de -5%.

Milei, con más presión fiscal al campo

La presión fiscal sobre el campo creció. La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) publicó el índice de septiembre y arrojó que el Estado se queda con el 61,5% de la renta del productor. Quiere decir que cada $ 100 que genera el productor, $ 61,5 son para el Estado, casi dos tercios. El índice de este mes creció 1,6 puntos en comparación con junio.

FADA explicó que de todos los tributos que se cobran, el 64,5% son nacionales no coparticipables, 30 % son nacionales coparticipables, 4,9% provinciales y 0,6% municipales.

“Esta actividad se desarrolla a lo largo y ancho del país, pero la mayoría de los impuestos que afronta quedan en nación y no vuelven a las regiones”, advirtió Natalia Ariño, Economista de FADA.

La pregunta es por qué creció la presión fiscal. En este punto, FADA argumentó que la caída de los precios hizo reducir el valor bruto de la producción. “Para la medición actual, los precios de los granos están por debajo del promedio de los últimos cinco años (2019-2024). Esta caída de precios es razón del aumento del índice FADA al compararlo con junio de 2024, con una diferencia de 1,6 puntos porcentuales”, detalló la fundación.

Al mencionar los valores, se destacan el trigo con una caída del 12,7%. Lo mismo sucedió en la soja y el maíz, donde la caída fue del 3%. También se sumaron los costos de insumos, que muestran valores estables, salvo algunas bajas de precio en fertilizantes y fitosanitarios. 

El promedio de la presión fiscal en los cultivos a nivel nacional es de 61,5%. La participación del Estado en soja es del 65,6%; maíz, 56,6%; trigo, 54,4%; y girasol, 56,6%.

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